Él

Él tiene las virtudes que yo siempre he buscado, y que son más que una lista interminable de palabras. 
Él vuela entre mis piernas y cuando abre las alas pierdo el miedo a las alturas. Y me hace sonre(gem)ír cuando me roza. Y eso hay que celebrarlo en la fiesta de su boca. 
Él es el misterio de un volcán a punto de entrar en erupción, un tobogán sin final no recomendado para tímidos ni temerosos. 
Él sacia su hambre y su sed de mi cuerpo en mis recovecos, me muerde, mastica y saborea con gusto.
Y de repente, un atisbo de ese algo especial en sus comisuras me dice que la suerte me sonrió aquel día 1, a la vez que sus piernas me rodean para no dejarme escapar. 
Me mira y no veo oscuridad en su pozo, sólo luz y el fuego que enciende sus luces bajo sus ojos, bajo su piel de terciopelo. Y que me vea guapa y yo me ría a la vez que me subo encima de él. 
Y pensar que me va a matar a cada momento cuando en realidad ya me ha salvado 79 veces.
Él, que me deja clavarle los dedos en la nuca, porque en realidad me lleva clavada mucho más adentro.
Él, que lucha a mi lado contra el frío, contra el calor, contra el tiempo. Y siempre ganamos la batalla.
Él, inquilino sedentario y vitalicio de mis curvas. Feliz, sin lugar a dudas.

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