Poco me queda por decir. Desde el principio sabes que a mí me cuesta esto de ser tu amiga, porque yo no sé ser algo tuyo a medias, sin tener mis derechos, tus sonrisas, mis dosis diarias de ti. He llegado a un punto en el que me duele verte, me duele pensar en ti o decir tu nombre simplemente porque siento que no me corresponde hacerlo, me siento expulsada de tu mundo de una patada brusca que me ha dejado fuera de juego. Yo no puedo así, ¿no lo entiendes? Sé que tú me quieres en tu vida, no hay más que ver lo feliz que eras a mi lado riendo y contándome tus preocupaciones una por una, pero ahora te tienen enganchado y no te dejan decir que de verdad te importo, que me echas de menos y no un poco. Sé que si lees esto estarás flipando a la vez que sonríes y piensas ''eres increíble''. Sí. Solías decir que lo era, igual que me abrazabas si se me encharcaban los ojos o te escapabas conmigo de la monotonía de la ciudad y ponías la música a toda hostia. Me hacías sentir bien y te devolvía el favor con mis sonrisas. No hacía falta más. Solías hacerme reír sin más y me abrazabas para alejar el peligro o los problemas, o porque te apetecía, sé que te encantaba hacerlo. Y también sé que nunca vas a ser capaz de venir a quitarme estas ideas de la cabeza, como no fuiste capaz de abrazarme cuando me viste alcanzar mi gran sueño. Me di cuenta que ya no hay nada que hacer, que estoy fuera de tu radar, de tu vida entera. Espero que seas feliz con la vida que has elegido, yo seguiré con lo mío, intentando no echarte de menos más de lo que te lo mereces, tocada pero no hundida.
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