Soy como un pedacito de amor delirante enganchado a tu cuello con uñas y dientes cualquier tarde o noche de lluvia o sol. Siempre nos salvan de morir nuestras ganas de vernos, de buscarnos. Y nadie sabe lo mucho que me cuesta dejarte cada vez que te vas, y te miro mientras caminas y memorizo tus gestos, tus respiraciones, el olor de tu piel, para luego agarrarlo todo con fuerza y dejarlo pegado a mí. Pero poco a poco y con el paso de los años se me ha ido agotando la esperanza de un ''quédate, abrázame'' que tanto ansío tras ese beso de despedida. Aún así, cada día me doy cuenta que eres lo que más he querido en mi vida, lo que más. Y siempre quise hacerlo bien, pero siempre me pasaba de tus límites infranqueables, y me fui acostumbrando a tus formas y a tu sombra, sin saber cómo ni por qué he acabado ahí. Y es que todos estos años juntos ahora ya no parecen tantos si le restas el silencio, el desencanto. Hoy ya nada es lo mismo, no vamos a engañarnos, pero quiero que sepas que soy una persona que hizo todo lo que pudo, no lo olvides ni un segundo.
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