Something to learn,

Un tal Abraham Maslow dijo una vez que el hombre es un ser cuyas necesidades crecen y cambian a lo largo de toda su vida. A medida que satisface sus necesidades básicas, las secundarias ocupan el predominio de su comportamiento y se vuelven imprescindibles.

Así, elaboró una pirámide en la que plasmaba su teoría. Según él, las necesidades primarias, las que están abajo del todo, son las fisiológicas, como comer, respirar o descansar. En el siguiente puesto están las necesidades de seguridad, como la protección ante el peligro. Justo encima se encuentran las necesidades sociales, como la amistad, la intimidad o el amor. En el siguiente escalón, estarían las necesidades de autoestima, la confianza en uno mismo y el amor propio. Por último, como punto culminante y gracias a las cuales nos deberíamos sentir plenos, felices, satisfechos, y encontraríamos el sentido de nuestra vida. Ahí encontramos las necesidades de autorrealización, como saber solucionar nuestros problemas.

De esta manera, lo único que necesito en la vida para que ser feliz es ¿una persona que me ayude a superar un escalón detrás de otro? Sí, tiene que ser eso. Comer de su boca, respirar su aliento, dormir entre sus brazos. Que me proteja del frío abrazándome fuerte. Sentir que no necesito más que a él. Tener la libertad de irme con mis amigas siempre que quiera. Que mi intimidad sea la suya. Confiar en mí misma porque él hace que lo haga. Quererme porque me quiera. Saber que mi vida es él y que si me falta pierdo el rumbo. Sí, así sería completamente feliz.

Fíjate, al final este hombre tenía razón. Sólo le faltó dejarnos un manual donde ponga cómo se encuentra a la persona que te va a hacer llegar a lo más alto de la pirámide.

Hay que admitirlo, habría sido demasiado perfecto.