Being myself,

Camino con paso firme, pisando fuerte, sin pensar en los errores del pasado, con la cabeza bien alta y la mirada al frente. Por dentro estoy destrozada, pero nadie se da cuenta porque por delante está esa coraza de ganas de comerme el mundo. No voy a permitir que la tristeza se refleje en mi cara. Tengo los ánimos por los suelos pero lo soluciono con pintalabios rosa fucsia y unos tacones de 15 centímetros. Todo me da la espalda, la vida parece que se ha cansado de mí, de mi forma de jugar a este maldito juego que es vivir, pero yo voy a seguir. El día es gris, pero llevo mis gafas de sol. En el fondo, ahora mismo, no me apetece nada sonreír, pero lo hago. ¿Sabes por qué? Porque el tiempo pasa más rápido que un Ferrari y y quiero aprovechar cada milésima de segundo. Lo que me apetece es quedarme en casa. Sentarme en el sofá, comer helado de chocolate y ver alguna película que me haga llorar. Pero no. Salgo a comerme el mundo, a ser lo que soy, a ser feliz. Porque sé que si no lo hago yo, nadie lo hará por mí.

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