Si quieres hacer que nada sea igual, sólo déjate llevar.

Cuando estás cerca, cuando tu boca me besa, me toca, me roza, me pone y me provoca, es cuando más pienso en aquél día que nos conocimos. Dos extraños en la barra de un bar ahogando las penas en un vaso de Jack Daniels y una conversación tonta a punto de empezar. Qué habría sido de nosotros si no hubiera llovido y no te hubieras empeñado en llevarme a casa porque estaba empapada, si no me hubieras dejado tu chaqueta, que tanto olía a ti, y si no te hubiera invitado a tomar la última copa en mi casa. Quién sabe. Quizás habría sido el bonito recuerdo de aquella chica morena del bar. Pero nuestros cuerpos pidieron más. Una vez vacía la botella, nos dejamos llevar.

Comentarios

Entradas populares